Cachemira: un lujo tejido con historia


La lana de cachemira: un lujo tejido con historia, responsabilidad y cuidado

Para quienes amamos tejer, pocas fibras despiertan tanta admiración como la lana de cachemira. Suavidad sedosa, ligereza sorprendente y un brillo natural que realza cualquier prenda: la cachemira es, sin duda, una de las fibras más codiciadas del mundo textil. Pero detrás de su tacto sublime hay una historia milenaria, un proceso complejo de producción y, cada vez más, preguntas éticas que todo tejedor consciente debería conocer. En este artículo exploraremos sus orígenes, características, cuidados, ventajas y desventajas… y también su dimensión ética.


Un poco de historia


La cachemira proviene del pelo fino de la cabra Capra hircus laniger, originaria de la región de Cachemira, en el Himalaya (entre India, Pakistán y China). Su uso se remonta al siglo XIII, cuando los artesanos de la región comenzaron a hilar esta fibra para crear chales y mantos de gran valor. Durante siglos, la cachemira fue un símbolo de estatus: reyes, emperadores y aristócratas europeos la codiciaban como un lujo inalcanzable para las clases populares.


Fue en el siglo XVIII que la cachemira llegó a Europa gracias al comercio con la India, y rápidamente se convirtió en un ícono de elegancia. Hoy en día, aunque sigue siendo una fibra premium, su producción se ha expandido a países como Mongolia, China, Irán y Afganistán, siendo Mongolia y China los mayores productores mundiales.


Características de la lana de cachemira


- Suavidad extrema: Es hasta 8 veces más suave que la lana merina convencional.

- Ligereza: A pesar de su calidez, es notablemente liviana.

- Aislamiento térmico: Tiene una capacidad excepcional para retener el calor sin sobrecalentar.

- Brillo natural: Posee un lustre sedoso que le da un aspecto sofisticado.

- Fibra fina: El diámetro promedio ronda los 14–19 micrones (la lana merina fina está entre 18–24 micrones).


Estas cualidades hacen que la cachemira sea ideal para prendas de contacto directo con la piel: bufandas, cuellos, suéteres, chales y guantes.


Cuidados esenciales


La cachemira es delicada y requiere atención especial:


1. Lavado: Siempre a mano, con agua fría o tibia y un jabón suave para lanas. Evita frotar o retorcer.

2. Secado: Nunca en secadora. Extiéndela en plano sobre una toalla seca, lejos del sol directo.

3. Almacenamiento: Guárdala limpia y doblada (nunca colgada), en un lugar fresco y seco, preferiblemente con repelentes naturales contra polillas (como cedro o lavanda).

4. Pilling: Es normal que aparezcan bolitas (pelusas) con el uso. Puedes retirarlas con una maquinilla especial o con cuidado usando una cuchilla de afeitar.


Con el cuidado adecuado, una prenda de cachemira puede durar décadas.



Ventajas de tejer con cachemira


- Confort inigualable: Ideal para personas con piel sensible.

- Versatilidad estética: Combina bien con otras fibras (seda, lana, algodón) y se adapta a diseños tanto clásicos como modernos.

- Durabilidad: Aunque es delicada, si se cuida bien, es muy resistente al paso del tiempo.

- Valor percibido: Las prendas de cachemira tienen un alto valor emocional y simbólico.


Desventajas a considerar


- Precio elevado: Es una de las fibras más caras del mercado.

- Poca elasticidad: Comparada con la lana merina, tiene menos memoria, lo que puede hacer que las prendas se estiren con el uso.

- Sensibilidad al desgaste: No es ideal para prendas de uso muy frecuente o abrasivo (como calcetines o guantes de trabajo).

- Dificultad para tejer: Su suavidad puede hacer que resbale de las agujas; se recomienda usar agujas de madera o bambú para mayor agarre.



La dimensión ética: comercio justo y bienestar animal


Aquí es donde la conversación se vuelve crucial. La demanda global de cachemira ha crecido exponencialmente, y con ella, preocupaciones sobre el trato a los animales y las condiciones laborales.


Bienestar animal


La fibra de cachemira se obtiene mediante el peinado o el esquilado de las cabras durante la muda primaveral. En teoría, es un proceso natural y no invasivo. Sin embargo, en algunas granjas intensivas, especialmente en regiones con poca regulación, se han documentado prácticas crueles: esquilado forzado fuera de temporada, mal manejo del estrés animal y condiciones de cría deficientes.


Impacto ambiental


El sobrepastoreo en Mongolia y China ha contribuido a la desertificación de pastizales, afectando ecosistemas enteros. Esto no solo pone en riesgo a las cabras, sino también a las comunidades nómadas que dependen de ellas.


Comercio justo y certificaciones


Afortunadamente, hay marcas y productores que están adoptando estándares éticos. Busca hilos certificados con sellos como:

- Responsible Wool Standard (RWS) – aunque diseñado para lana, algunos productores lo adaptan.

- Cashmere Standard (de la organización Aid by Trade Foundation).

- Certificaciones de comercio justo que garantizan salarios justos y condiciones dignas para los trabajadores.


Algunas marcas comprometidas con la transparencia incluso rastrean la fibra desde la granja hasta el ovillo, permitiendo al consumidor conocer el origen de su hilo.


¿Qué podemos hacer como tejedores?


- Informarnos: Preguntar a los proveedores sobre el origen de la fibra.

- Elegir calidad sobre cantidad: Invertir en cachemira ética, aunque sea más cara, apoya prácticas sostenibles.

- Apoyar marcas transparentes: Buscar empresas que publiquen informes de sostenibilidad o que colaboren directamente con comunidades pastoriles.

- Reutilizar y reparar: Alargar la vida útil de nuestras prendas reduce la demanda de nueva producción.



Tejer con cachemira es una experiencia sensorial única, pero también una responsabilidad. Cada ovillo cuenta una historia: de pastores nómadas, de cabras que sobreviven en climas extremos, de artesanos que hilan con paciencia milenaria… y también, en algunos casos, de explotación y descuido. Como tejedores conscientes, tenemos el poder de elegir hilos que honren tanto la belleza de la fibra como la dignidad de quienes la producen.


Así que la próxima vez que te envuelvas en un chal de cachemira, recuerda: no solo estás abrigando tu cuerpo, sino también sosteniendo un sistema. Hagamos que ese sistema sea justo, ético y sostenible.




Lana de Vicuña, Lana de Alpaca